La mejor forma de entender el buen diseño es
a través de un caso real. En esta entrada, vamos a analizar uno de mis productos
favoritos que, a pesar de tener más de 100 años de antigüedad, sigue vigente: la
maquinilla de afeitar de doble filo desarrollada por King Gillette en 1904.
Una maquinilla de afeitar es un producto
diseñado para realizar dicha actividad de manera cómoda y segura. Antes de su
invención, el instrumento utilizado era la navaja, que requería mayor destreza.
Gillette lanzó al mercado un modelo formado por 3 piezas: una tapa, una base
para la cuchilla y un mango. La pieza superior tiene un pequeño eje que se
atornilla al mango y mantiene el conjunto unido. En 1934, Gilette introdujo una
versión mejorada que ni siquiera requería desmontar el producto para retirar la
cuchilla. A final de la década impulsó otra maquinilla más depurada, eliminando
el pequeño peine de los extremos.
En la actualidad, a pesar del auge de los
modelos con recambios de varias hojas y los desechables, este diseño no se ha
quedado atrás. Si realizamos un análisis teniendo en cuenta los puntos
mencionados en la entrada anterior, podemos entender este hecho.
En primer lugar, el objeto es extremadamente eficiente
por varios motivos. El afeitado es bueno, no se requiere de una técnica depurada
ni se corre el riesgo de realizar cortes muy pronunciados. Todos los elementos
pueden limpiarse correctamente gracias al sistema de desensamblado, lo que contribuirá
a una mayor durabilidad y, por ello, mayor ahorro.
Cuando la calidad del filo disminuye, basta
con reemplazar solo la parte que deja de funcionar, es decir, la cuchilla. Esto
tiene grandes beneficios medioambientales: se reduce la cantidad de desperdicio
y, al ser un componente de un solo material, puede ser reciclado.
Por otra parte, es un diseño fácil de
comprender en el que la estética se pone al servicio de la función. Las piezas
son simétricas y se unen en torno a un mismo eje, lo que reduce la probabilidad
de error en el montaje. El relieve que suele caracterizar al mango en la
mayoría de los diseños ayuda a hacer fricción, de manera que no resbala entre
los dedos.
Con esto resulta evidente que el buen diseño
es capaz de hacernos la vida más fácil, cuidar el planeta y mejorar nuestra
economía.

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